jueves, julio 05, 2007




Esto se acabó




El hecho de que la “Concertación de Partidos por la Democracia” se acabó, es un secreto a voces que discurre día a día como un escalofrío espeluznante las espaldas de quienes mal llevan el peso del Gobierno del país.
La Concertación cometió el mayor error de su breve historia al decidir que Michelle Bachelet fuese su candidata a la Presidencia de la República. No fue un error en el sentido electoral, porque de hecho ganaron. Pero fue una decisión electoral que les costará la pérdida del Poder y la final deconstrucción del conglomerado.
Pinochet ya no existe, y el Régimen Militar es hoy apenas un magro fantasma que recorre Chile como el Viejo del Saco: ese que sólo sirve para asustar a los niños demasiado ingenuos para rebelarse y abrir los ojos a la verdad.
Y la verdad es que en la última elección Presidencial, el país eligió equivocadamente a una mujer que carece de todas las condiciones necesarias para liderar a la Nación, y que lo ha demostrado de manera patente en menos de dos años de desgobierno.
No estoy seguro de que la señora Alvear lo hubiese hecho mucho mejor, pero tengo serias dudas de que, al menos, lo habría hecho mejor que Bachelet, pese a que ninguna de las dos –en realidad ninguno de los candidatos- era ni será lo que el país necesita.
El verdadero problema de Chile radica precisamente en eso: en la total falta de Liderazgo de nuestra “clase” política.
Porque aunque a muchos les parezca que un Lagos, un Frei, incluso un Lavín o un Piñera son cierto tipo de líderes, la verdad es que están demasiado lejos de lo que en realidad implica el término.
Un Líder, un Conductor, un Gobernante, es fundamentalmente alguien que está para Servir a la Nación.
Cuando todos los días veo como los “líderes” políticos del país dan amplias muestras de su soberbia, de su orgullo y de sus no menores ambiciones, me convenzo aún más profundamente de que Chile no logrará nunca llegar a Ser lo que soñamos mientras ellos estén en el Poder.
Y lo peor de todo, es que tampoco veo que haya quienes puedan reemplazarlos.
Por eso, no es que esté particularmente feliz al saber -ya ahora- que la Concertación se acabó, ni tampoco me hace feliz pensar que la Alianza vaya a Gobernar. Eso, pese a que creo que incluso allí es posible que haya algunos verdaderos Líderes valiosos de verdad, que por lo mismo, nunca serán ni han sido candidatos de nada.
Al Igual que Cronos, la Izquierda y la derecha tienden a comerse a sus mejores hijos mientras no haya nadie que les dé una piedra que tragar. Y lo hacen porque está inscrito en su código genético el hecho de que en realidad no son lo que una Nación requiere para llegar a Ser lo que debe Ser: son apenas una pequeña parte –mezquina y a veces abominable- de lo que todos nosotros también llevamos dentro como hijos de esta Tierra.
La falta de liderazgo de nuestra “clase” política, tiene correlato directo con la falta de competencia de aquellos a quienes ellos mismos escogen para implementar sus políticas. El costo de ello –que vemos tan claramente reflejado en el Transantiago-, es que es el Pueblo quien debe pagar día a día los errores de quienes nos Gobiernan.
¡Y ojo!, porque quienes nos gobiernan no son únicamente los miembros del Gobierno y la coalición de Bachelet, sino también la propia Oposición: todos juntos.
En efecto, todos ellos juntos nos Gobiernan, bajo la tutela conspicua de quienes en realidad controlan la política del país: la “clase” económica, que no tiene otra ideología más que el materialismo, ni otro soberano que el dinero como primera lealtad.
Y es ese el motivo verdadero del porqué estamos como estamos, y porque seguiremos estando más o menos igual cuando mis hijos y los hijos de sus hijos tengan edad de pensar en estas cosas.
Porque Chile dejó hace mucho tiempo de tener una Política verdadera.
La reemplazó con una verdadera Economía, y desde entonces, esta gobierna a aquella.
Por eso no sorprende que el Ministro de Economía tenga más “poder” efectivo que el Vicepresidente: porque en este modelo es la economía la que dicta las normas de la política y no al revés.
Y así lo vemos precisamente en el Transantiago con todas sus nefastas consecuencias.
En 1975 En esa época la ETC era una Empresa de Transportes del Estado.
Cierto, estaba plagada de corrupción y mal administrada. Pero funcionaba y funcionaba relativamente bien, porque el Transporte Colectivo se consideraba un Servicio Público, y los Choferes eran precisamente eso: servidores públicos.
Pero ese experimento “socialista y estatizante” debía desaparecer, y así aparecieron las variopintas e infinitas líneas y variantes con que crecimos entre finales de los 70 y mediados de los ’90: desde la diminutas “liebres” de color verde y la mítica “Canal San Carlos” que tenía micros exclusivas para escolares, hasta las recordadas “Matadero Palma”, que eran exactamente lo que su nombre anunciaba.
Luego vino la revolución de los buses amarillos, y -de la noche a la mañana- Santiago dejó de ser multicolor y se volvió del color de la DC.
Y ya en ese momento se notaron los efectos de cambio –estético en muchos casos, porque buena parte de la flota siguió siendo la misma de antes-, que produjo en la población ese primer experimento de “racionalización” del transporte público: la mayoría de los adultos mayores era incapaz de diferenciar una micro de otra, y la confusión de número y recorridos tomó mucho tiempo en resolverse para los pasajeros.
Pero era un sistema “privado”, y -en el Boom de la “empresaritis” de los 90’-, ese concepto tendía a ser sinónimo de “más eficiente”.
Y pasó lo que siempre pasa cuando el Estado no tiene las herramientas necesarias para regular correctamente –sin poner trabas, pero sin ataduras para gobernar-, la labor de los Privados: el sistema tendió a convertirse en un monopolio. Al menos en un oligopolio.
Y fue a esos mismos Empresarios a quienes la propia Concertación les había entregado el deber (del Estado) de brindar un servicio público de transporte para la ciudad, a quienes luego quiso eliminar del mercado precisamente porque habían acumulado demasiado Poder, o quizá, porque había otros interesados en entrar en el “negocio”.
Y así llegamos al Transantiago: de la mano de la nueva enfermedad de la “licitacionitis” laguista.
La “licitacionitis” brotó como la peste, cuando al Gobierno se le ocurrió que –como ellos ya no eran “socialistas” y estatistas, sino “socialdemócratas”, librepensadores y ahora creían en la economía ("social") de mercado-, era mejor despojar al Estado de toda competencia en materia de servicios públicos, y entregarlos en masa y a manos llenas a los privados.
Así nos llenamos de “vías licitadas”, “autopistas licitadas”, “puentes licitados”, “colegios licitados”, “cárceles licitadas”, “viviendas sociales licitadas” (que se conocen mejor como “Casas Copeva” y “Chubi”), y cuanta licitación fuera posible inventar a propósito de desligar totalmente al Estado del deber de implementar y hacerse verdaderamente cargo de los Servicios y las Políticas Sociales.
Y por cierto, detrás de todo ello no estaba en realidad ninguna verdadera POLÍTICA, porque la fundamentación real era -y ha sido siempre- ECONÓMICA.
En Chile Gobierna la Economía, y la “política” sigue sus pasos como un quiltro callejero, mojado y asustado de ladrar demasiado fuerte para no incomodar al amo.
Por eso no deja de causarme una risa sardónica cada vez que escucho que Lagos fue un gran “Estadista”…
En honor a la verdad, deberían decir de una vez por todas que fue un verdadero “Economista”, que es lo que siempre ha sido como se lo reconoció muy justamente el Empresariado de “izquierda y derecha” que lo premió y aplaudió a rabiar en un recordado ICARE.
El efecto de todo esto ha sido un continuo gasto en el pozo sin fondo de los “subsidios” –una miserable compensación Económica a los más pobres-, a expensas de una ausencia total de verdaderas Políticas Sociales.
Y es por eso que -pese al aumento casi obsceno del presupuesto de Educación, Salud y Vivienda en los últimos veinte años-, en Chile la Educación es pésima, no hay Salud, y aún no tenemos casas verdaderamente Dignas para todos los compatriotas de la Nación.
No porque no haya dinero –hoy sobra-, sino porque tenemos a un Estado que ha renunciado a hacerse verdaderamente cargo de esos Servicios Sociales con Competencia, Liderazgo y Visión Política.
Yo creo que esto se acabó.
Porque el país ya no resiste la falta de compromiso de la “clase” política con la Nación.
Porque tenemos un Estado que pesa menos que un paquete de cabritas.
Y porque la casi totalidad de quienes nos Gobiernan, de Izquierda y de Derecha, nada tienen de verdadera visión y formación Política, sino que son engendros bastardos de una cruza híbrida entre materialismo neoliberal marxista, y ambiciones nauseabundas de Poder.
Sin embargo lo que a mí me preocupa no son ellos.
Ellos –como en el calvinismo-, ya están condenados a ser lo que son y han sido, no importa lo que intenten hacer.
Lo que a mí me preocupa de verdad, es ver cómo Chile -como cada uno de nosotros-, no hace verdaderamente nada por sacárselos de encima de una vez y para siempre.
Si los Pueblos tienen los Gobiernos que se merecen, y las Naciones los Políticos que se merecen, entonces de verdad estoy preocupado.
Porque si nos merecemos esto, entonces Chile de verdad ya se acabó.
Y no importa en absoluto cómo le digan de ahora en adelante.
Porque una Nación que no es capaz de generar y escoger verdaderos Líderes que la lleven a asumir su destino, simplemente no merece seguir existiendo.

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